Para contestar a la pregunta primero hay que saber que, en economía, el valor de las cosas, es decir el valor de los bienes y servicios, así como de la deuda, se puede medir en términos nominales y en términos reales. En primero de ellos hace referencia al precio en sí del objeto, material o inmaterial en sí. Es decir, es lo que “dice la etiqueta que vale”. Este valor, en ausencia de depreciaciones por el uso u obsolescencia, no se modifica. Es decir, lo que hoy te cuesta 10 euros, en 20 años seguirá habiendo valido 10 euros. Hasta aquí sencillo.
La valoración en términos reales, cuyo entendimiento ya no es tan obvio, hace referencia al valor de las cosas en función de lo que valen el resto de los bienes, que quedan representados por el nivel general de precios. Este nivel general de precios, como todo el mundo sabe, puede subir (inflación) o bajar (desinflación o, si se prolonga en el tiempo, deflación), lo que afectará al valor real de las cosas. También puede mantenerse, lógicamente, aunque no es habitual que suceda. Así que, mientras no tengamos inflación, esto es, mientras el nivel general de precios se mantenga, el valor nominal y real de las cosas coincidirá. Sin embargo, si hay inflación o deflación, el valor real de las cosas se modificará. Esto es, si un libro vale hoy un euro y hay una inflación anual del 100% (caso extremo para que se comprenda el ejemplo), el libro, que seguirá valiendo en términos nominales un euro, en términos reales valdrá en un año la mitad (1 € / 2 = Precio nominal / Nivel general de precios actualidazo = 0,5 €).
¿De qué manera influye la distinción entre valoración en términos nominales y reales a las deudas? Siguiendo con el ejemplo de los libros, influye en que si compras diez libros hoy con la promesa de pagarlos dentro de un año, es decir, si generas una deuda por valor de diez euros pagadera dentro de 365 días, y hay una inflación del 100 %, cuando, al pasar ese año, saldes la deuda mediante el desembolso de los diez euros, en realidad estarás pagando la mitad, ya que esos mismos libros valdrán, entonces, veinte euros. Es decir, que el dueño de la papelería cobrará efectivamente diez euros menos de los que cobraría si los cuadernos te los vendiese cuando efectivamente los pagas.
Esta explicación se puede extender, lógicamente, a la deuda pública. Esto es, que si a un país le prestan por valor de 100 millones de euros y ha de devolverlo pasado un año, con una supuesta inflación del 100%, cuando el país deudor desembolse los 100 millones (terminos nominales) para saldar la deuda (dejando de lado los intereses), en realidad estará pagando «sólo» 50 (términos reales). Así, y como ya habíamos dicho, si el nivel general de precios se ha duplicado, el valor de las deudas de hace un año son la mitad (100M€ / 2 = 50M€).